Cuando una marca global contrata a una figura mediática como imagen para una campaña publicitaria, adquiere con ella toda la simbología que la envuelve. Las connotaciones sociales, buenas o malas, son parte del brillo de las estrellas. Es muy diferente elegir a un chico modélico como embajador de la firma, que quedarse con un enfant terrible. Que Rafa Nadal, por ejemplo, sea imagen de tu marca, aunque se trate de vender una plataforma de póker online, tiene más garantías de ser aceptada socialmente.

Hasta hace poco, era habitual que las marcas buscasen influencias positivas para mostrarse en público. Siempre elegían estereotipos de éxito entre las celebridades neutras e inofensivas, que dieran buena planta en su escala de valores. Solo depositaban su confianza en figuras del agrado de todo el mundo y no era extraño que cancelaran sus contratos si la cara que habían elegido se veía envuelta en un escándalo inesperado o cambiaba de pronto su estatus de personalidad ejemplar (que se lo digan a Kevin Spacey o a Tiger Woods).

Tradicionalmente, con objeto de no ofender a ningún colectivo de la sociedad, ni cerrarse puertas en ningún nicho del mercado, las empresas han rehusado manifestarse en formas de actuar que pudieran comprometerlas en conflictos de ideología. Sin embargo, ahora las estrategias de marketing buscan posicionarse activamente, agitar conciencias y movilizar a sus seguidores para cualquier buena causa. En un campo tan competitivo, las firmas que se mojan destacan sobre las demás.

Cuando los directivos de Nike escogieron al controvertido Colin Kaepernick para su campaña del 30 aniversario del mítico eslogan “Just Do It”, sin duda eran conscientes del riesgo que implicaba. En 2016 el quarterback, apartado ahora de la liga americana, fue objeto de polémica por hincar la rodilla mientras sonaba el himno nacional. Su gesto, que protestaba por los casos brutalidad policial contra la comunidad negra y al que se sumaron otros atletas, fue interpretado como una irreverencia antipatriótica que acabó sacándolo fuera de juego.

Aquello recordaba demasiado al saludo Black Power de los atletas negros Tommie Smith y John Carlos en los JJOO de México de 1968, de consecuencias nefastas para ellos. Fuese visto como un mártir o como un traidor, la figura de Colin Kaepernick plantaba una agitación de conciencias en deporte que no se veía desde los tiempos de Muhammnad Ali.

Para Nike, el futbolista era una personificación motivadora de la valentía, el idealismo y la tenacidad que quería transmitir a su público como principios fundamentales. Como deportista y como activista, era la estrella perfecta, pero a Colin Kaepernick no le faltaban detractores, entre ellos el temible Donald Trump. Los usuarios pronto comenzaron a subir vídeos a las redes sociales con los hashtaghs #JustBurnIt y #BoicotNike, en los que quemaban sus zapatillas y, por extensión, el boicot a la marca se hizo viral.

Sería ingenuo pensar que todo este lío pilla por sorpresa a las mentes pensantes de Nike, incluso cuando sus acciones perdieron de golpe un 3% de su valor. Algo poco preocupante cuando se han revalorizado un 33% en los últimos 12 meses. La noticia del boicot en EEUU se extendió por todo el mundo, recompensando a la firma con una promoción a escala global. La prensa habla del tema, muchas veces desde el relato de una estrategia comercial fallida, regalando a la marca una valiosa publicidad extra en forma de titulares y minutos de televisión en prime time. La campaña, provocativa desde su concepto inicial, rentabiliza con creces el desgaste del boicot. 

La cita “Cree en algo. Incluso si eso significa sacrificarlo todo” en boca de Colin Kaepernick, es un claim formidable en este contexto de coraje y adversidad. Una obra maestra del marketing de todos los tiempos.

 

 

Más allá de la presentación de la vida privada, Instagram es un magnífico escaparate para mostrar la capacidad profesional de cada uno de nosotros, especialmente si nuestro trabajo tiene un elevado componente visual. Esta exhibición de atributos puede llevar a la construcción de personajes llamativos, diseñados para acaparar la atención y persistir en la memoria de posibles clientes. En el mundo de la peluquería prospera un nuevo género de celebridades que se codean en todos los ambientes de la fama, cuyas habilidades comienzan en los camerinos y acaban bajo los flashes que buscan a sus anfitriones. Entender las posibilidades de las redes sociales como plataformas de promoción y branding personal es todo un arte que puede adoptar formas espectaculares. A continuación hacemos un repaso por un decálogo de ejemplos.

 

1.- MIKEY HENGER
Tras el ocaso de la moda hipster, está por ver cuánto tiempo sobrevivirá el revival de los barberos de la vieja escuela. Por el momento, nos queda este chico malote de navaja afilada y masculinidad setentera, que ha construido un personaje icónico rescatado del pasado. La cuenta de Mikey Henger es un canto nostálgico al rebelde de academia, donde el artista ocupa tanto espacio como su obra, en una asociación perfecta. No te distraigas en sus poses afectadas, Mikey es bueno de verdad y hace trabajos admirables que te dejaran con la boca abierta.

 

2.- GUY TANG
Es un colorista de culto que ha forjado una marca global desde Los Ángeles. Fue uno de los pioneros en entender las redes sociales como plataformas educativas, en las que enseñar sus trabajos y la didáctica para reproducirlos. Ahora es un influencer con una legión de seguidores (los Hairbesties, denominados así por él mismo) que convierte en oro todo lo que toca. Guy Tang no teme mostrar sus trucos de experto, porque su maestría técnica está a prueba de secretismos. La colección de trabajos es abrumadora, con un despliegue de pelucones de infarto donde la elegancia, la diversión y el atrevimiento te engancharán al instante. Ninguna cuenta de Instagram atesora tantas melenas fabulosas por centímetro cuadrado de pantalla.

 

3.- LOVE.2.BRAID
Bajo el lema “Let your hair do the talking” el cabello trenzado tiene su propio lenguaje en esta firma de Amsterdam. Desde el romanticismo de los recogidos nupciales a la fantasía tribal de los vikingos de parque temático, todo un abanico de posibilidades está abierto sobre la mesa. Love.2.Braid es un entretenido muestrario de opciones para hilvanar postizos y crear texturas escultóricas. Te advertimos. Conviene tenerlo en cuenta.

4.- TYLER JOHNSTON
La carrera de Tyler comienza en los 80, con una excepcional mezcla de talento, creatividad y entrega al trabajo. Siempre ha evidenciando su increíble persistencia por la renovación. Es un verdadero genio de las tijeras. Para hacernos una idea de lo que esto significa, fue el autor de la cresta que lució David Beckham en su época en el Manchester. En esta cuenta de Instagram, lo extraordinario se convierte en cotidiano, mientras aparecen celebrities y top models sin alardear de ello. Hablamos de un apabullante repaso a la actualidad del estilo, que combina lo tradicional y la transgresión, lo conocido y lo inesperado, en una selección nada pretenciosa. Como un referente de estilo imprescindible, que ha influido en el trabajo de profesionales de todo el mundo, conviene vigilarlo de cerca.

 

5.- ANGELO SEMINARA
Para que podamos apreciar bien el mérito de un look, es común que los peluqueros nos lo muestren descontextualizado, sin interferencias que nos distraigan, en una atmósfera controlada, iluminado en todo su esplendor. Sin embargo, Seminara no concibe su trabajo aislado del mundo, al margen de la actitud o la performance del cuerpo. Él lo exhibe de mil formas diferentes, inmerso en la cultura donde brota y florece, como un elemento conectado dentro de una obra de arte total. Además de estilista y coleccionista de experiencias, Seminara es un magnífico fotógrafo al que no se le escapa detalle, plenamente consciente de las posibilidades que ofrece Instagram como un medio de expresión completo.

 

6.- ALEX PELEROSSI
Para una adolescente americana, pasar la tarde con las amigas haciéndose trenzas es un juego inocente que puede convertirse en una obsesión. Alex conoce bien el tema: esta virtuosa tejedora de Tennessee ha llevado su afición al extremo y ahora firma los recogidos más fabulosos y sorprendentes del mundo. Con una técnica impecable, el delirio de Alex alcanza formas perfectas en un muestrario interminable de damas de honor. Por favor, no te lo pierdas.

 

7.- KABUKI PISTOLAS
De todos los alegres estilistas que cabalgan unicornios sobre arcoíris, sentimos debilidad por esta colorista chilena afincada en Perú. Con una actitud desenfadada y optimista, su cuenta de Instagram es una bocanada de aire fresco en un mundo estirado, desprovisto de espontaneidad. Que no te lleve a engaño tu mirada, en el arte de combinar colores no todo está permitido (Hay un límite para esa locura cromática que marca la frontera entre la genialidad y la frivolidad sin sentido). Kabuki Pistolas controla lo que hace, domina la armonía del exceso, desde una óptica alegre que te animará el día.

 

8.- SHELLEY GREGORY HAIR
Esta colorista afincada en Las Vegas es la reina de los tonos pastel. Su obra es poética, como un libro de cuentos abierto sobre la mesa del jardín. Aquí encontrarás melenas iridiscentes que vibran bajo la luz, capaces de centellear con distintos matices en movimiento. Algunos trabajos llevan la delicadeza al extremo de dejar que los colores se neutralicen entre sí, como la suma por capas en una acuarela, en una masa perlada con sutiles destellos. Shelley no solo controla la suave transición de los tonos, también domina la carga de pigmento en el cabello y su efecto en la forma de retener o de reflejar la luz. Contemplar esta cuenta de Instagram vale por una sesión de cromoterapia.

 

9.- CHRISTOPHE GAILLET
La creaciones de este peluquero de Biarritz son hermosas y teatrales, como coronas floreadas o tocados de fuego. Sus peinados siempre cuentan una historia, con un toque de sofisticación dramática y un punto emocionante. Gaillet boceta sus diseños sobre el papel, como un escultor, para elevar volúmenes con una visión clara del espacio. Hace años que cerró su salón y dejó de atender clientas para dedicarse en exclusiva a experimentar y hacer pasarela. Hay que entender su cuenta de Instagram como un museo, dejarse llevar por sus galerías llenas de lirismo, o subir las escalinatas de la ópera, admirando la obra de un verdadero artista.

 

10.- KENDRA Z
Uno de los efectos secundarios de la globalización es la anulación de la diversidad, donde todo acaba pareciéndose a todo lo demás. Estemos donde estemos, admiramos los mismos estereotipos de belleza en todas partes, requeridos por las agencias de todo el mundo. Bajo este rodillo, lo excepcional es ley, expulsando a la gente normal como un subproducto carente de atractivo. Esta cuenta canadiense reniega de esa inclinación, eligiendo modelos que no parecen modelos, de tan corrientes como son. Este giro inesperado, que parece una bobada, convierte por si solo el trabajo de esta peluquera en algo fascinante, focalizado en la manera en que el estilo de peinado construye la identidad.

 

 

Nada es comparable a cumplir los 18, ese momento mágico en que los jóvenes acceden al mundo adulto. Uno de los sueños de los adolescentes era llegar a esa edad para sacarse el carné de conducir, pero las cosas están cambiando. Las agencias de publicidad viven una contradicción: sus nuevos anuncios repiten los mismos clichés de siempre para intentar vender coches, cuando hace tiempo que estos dejaron de ser símbolo de libertad y status social.

 

 

Los privilegios de la industria del automóvil están a la altura de su poder. Tras el escándalo de Volkswagen, Bruselas ha preferido cambiar la ley y elevar los niveles de emisiones antes que plantar cara al fraude. Como los empleos que genera la automoción son vitales para los estados, reciben una protección especial. Además de las ayudas directas a las empresas, también las hay para estimular el mercado. Estas subvenciones tipo plan renove no están destinadas a retirar los coches viejos, sino a su reemplazo por coches nuevos; no buscan la reducción definitiva del parque automovilístico, sino perpetuarlo.

La producción no puede detenerse sin trastornar la economía mundial. Para que los precios no caigan cuando baja la demanda y la oferta se desborda, los coches nuevos que no encuentran comprador se pudren a la intemperie en grandes parkings por todo el mundo. Pero el lobby de la automoción tiene otros motivos para preocuparse: nuevos hábitos de consumo están cambiando la percepción del coche en la sociedad.

A nivel mundial, la población sigue concentrándose en áreas urbanas, donde el auto representa un medio de transporte cada vez es más caro, molesto y menos eficiente. Las ciudades pensadas para ir a todas partes en coche ahora emprenden el camino inverso, planeando políticas de proximidad. El tráfico desde las periferias residenciales a las industriales y hacia los centros urbanos están siendo revisado a fin de reducir los desplazamientos.

Pekín es un buen ejemplo de este problema: el 80% de la población se movía en bicicleta antes de la expansión económica china, pero ahora suma a su parque automovilístico 1.200 coches nuevos diariamente. La contaminación es un problema tan serio que ha convertido el uso de la bicicleta en una temeridad, sin que las autoridades encuentren el modo de darle la vuelta a la situación.

 

coche-muerto-verboclip-Chris-LaBrooy-2

Images copyright Chris LaBrooy, embedded from «Auto Aerobics» by Chris LaBrooy

En España, la crisis está obligando a modificar los modelos productivos. El mundo digital no solo posibilita nuevos trabajos que se realizan desde casa, también permite una optimización del consumo, con plataformas para compartir coche como Uber y Blablacar. El aumento de la confianza en el comercio online y el desarrollo de apps favorecen nuevos servicios de uso compartido, préstamo y alquiler entre particulares, como DrivyLa dependencia hacia el auto en propiedad está siendo cuestionada desde muchos frentes. El coche ha dejado de ser algo necesario e inevitable para convertirse en un lujo aparatoso.

Son los jóvenes quienes están cambiando el paradigma. En Alemania, en 2012, solo el 7% de los coches nuevos fueron comprados por veinteañeros, cuando 10 años antes la cifra era más del doble. En Estados Unidos, el número de menores de 34 años sin carné aumentó un 5% en la década de 2000 a 2010. En España, desde los años 80 hasta ahora, los conductores menores de 24 años han pasado del 20% al 8%, y de 25 a 44 años han pasado del 59% al 45%. Desde que comenzó la crisis, las autoescuelas españolas han tramitado un 50% menos de licencias.

Una nueva sensibilidad colectiva empieza a rechazar el coche, pero el cambio de mentalidad podría llegar más lejos. Ahora no solo valoramos la salud del medio ambiente, los artículos de km. 0 o el consumo colaborativo. También afecta a la vieja concepción individualista y competitiva de la sociedad, hacia una nueva reivindicación de lo público, donde los límites estrictos de la propiedad privada y la exclusividad personal quedan obsoletos.

Todos tenemos una opinión sobre cualquier tema, incluso sobre los que no nos pronunciamos nunca. Aunque sea más cómodo marcar la casilla “no sabe/no contesta” que argumentar una postura, esto no significa que no tomemos partido.

Tal vez parezca que discutir acaloradamente sea un deporte nacional, pero la mayoría de las personas harán todo lo posible antes de llegar a un enfrentamiento. Buscamos gustar, no que nos increpen. Por eso nos ahorraremos las cuestiones más polémicas. La timidez, la vacilación o la suspicacia también participan del juego, mitigando la discordia en un mundo que tiende a la neutralidad.

 

Las redes sociales son un foro magnífico para el intercambio de opiniones; donde, paradójicamente, está mal visto pronunciarse en los asuntos más controvertidos. Además de existir mecanismos de moderación para los mensajes que violan las condiciones de uso de las redes, también nos autocensuramos nosotros mismos. La reprobación es practicada por los propios usuarios, y no solo tiene el sexo o la violencia en su punto de mira. Cualquiera ha experimentado en primera persona que se malinterprete algún comentario, o ha evitado entrar en discusiones reprimiendo el impulso de valorar un tema. Como a nadie le gusta que le den la espalda por sus opiniones, evitamos polémicas que puedan perjudicarnos. Como mucho, compartiremos un post de Cabronazi que nos haya hecho gracia, pero esquivaremos pronunciarnos personalmente. De la misma manera que nos ahorramos publicar caricaturas de Mahoma, de un modo voluntario rehusamos ejercer nuestra libertad de expresión.

 

Las redes sociales acaban por enseñarnos nuestra responsabilidad en la comunicación. Es muy diferente charlar con amigos en un bar que dar un discurso en público. Sin embargo, en estas plataformas se confunden ambos entornos: nos sentimos seguros en petit comité, rodeados de amigos que las pillan al vuelo, olvidando que nos dirigimos a una comunidad muy amplia y heterogénea. Ni hablar de resultar irónico, de responder en caliente o bajo dudosas condiciones de autocontrol. Siempre puede haber gente que se sienta agraviada por opiniones nuestras, emitidas sin el menor ánimo ofensivo. A la larga, todos hemos ido retrocediendo ante esta susceptibilidad generalizada que censura los extremos, donde los temas tabú que no admiten réplica ganan terreno.

 

libertad-expresion-redes-sociales-verboclip-3

 

A diferencia de una discusión cara a cara, en Facebook no nos temblará la mano a la hora de bloquear a quien diga algo denigrante. Mucho más en Twitter, donde no es necesario un vínculo para intervenir. Los deslices se castigan con mano dura en el entorno digital, tomados como cuestiones imperdonables. Sabemos que los usuarios más beligerantes acaban aislados, porque nosotros mismos nos ocupamos de eso. Es toda una involución conservadora, donde opinar libremente acaba siendo un acto de rebeldía. Visto lo visto, más de uno ha hecho marcha atrás en su cuenta de Twitter para borrar mensajes antiguos que ahora puedan resultan inapropiados.

 

Todo esto empobrece el debate y la espontaneidad. Curiosamente, colectivos que han sufrido agravios de este tipo (comentarios racistas, homófobos o sexistas, por ejemplo) acaban adoptando posturas intransigentes, cerrando progresivamente su permisividad en una rigurosa tolerancia cero. Cada vez metemos más cosas en el saco de lo políticamente incorrecto. Poco a poco se extienden las suspicacias y aumentan las consideraciones de mal gusto, hasta llegar al punto en que ya no se puede hablar de nada sin temor a ofender a alguien. No solo se trata de asuntos espinosos como la religión, la política o el fútbol, sino de matices mucho más sutiles que silencian las voces discrepantes en cualquier materia.

 

Controlamos nuestra propia imagen de un modo estricto. En parte, esto explicaría por qué con tanta frecuencia no nos gustamos en las fotografías que nos hacen los demás. Tenemos clara la idealización de nuestro reflejo y rechazamos cualquier cosa que la contradiga. Para reconocerse del todo, esa imagen debe coincidir con la figuración abstracta de nuestro cerebro. Sin embargo, esa representación no siempre se corresponde con el modo en que los otros nos imaginan.

Cuando nos probamos ropa nueva en una tienda, la juzgamos de acuerdo a esos parámetros. No importa que nunca nos hayamos puesto nada parecido, ni si resulta favorecedor: lo admitiremos siempre que se ajuste a la imagen que deseamos proyectar. Cuanto más se desvíe de ese canon, menos tolerancia le mostraremos. ¿Cuántas veces una dependienta ha intentado convencerte sin éxito de que una prenda te queda genial?

La ropa posee una sorprendente capacidad transformadora. Nunca es neutra. Por ejemplo, los figurinistas, al crear vestuario para los actores, les ayudan a construir los personajes que deben interpretar. Podemos sentir ejercer esa conversión al ponernos prendas extraordinarias, al calzarnos unos tacones de infarto, vestir un traje a medida o abrigarnos con un visón. Al elegir nuestra indumentaria, aceptamos la metamorfosis que la ropa ejerce sobre nosotros.

 

Lookbook by Robert Wun

El atuendo infringe ideología sobre el cuerpo, ocultando lo que no debe ser visto y acentuando lo que se desea aparentar. Por eso la sociedad es tan escrupulosa con la etiqueta. En todas las culturas, el saber estar, la elegancia o el decoro están reglamentados para todas las situaciones. La infracción de esas normas estéticas es considerada como una grosería, antes que una muestra de la libertad de expresión.

La ropa que elegimos es una especie de ortopedia de la personalidad. Es un soporte para las identidades y, como tal, evoluciona en el tiempo. La moda influye en ellos y los ajusta un poquito cada temporada. Nos educa para adoptar las tendencias a fuerza de repetirlas, nos gusten o no, hasta que las interiorizamos en nuestra sensibilidad. Esto se evidencia cuando vemos antiguas fotos nuestras, demostrando el largo recorrido que hemos hecho, arrastrados por el estilo a lo largo de los años.

 

Disfraz moda identidad verboclip mannnequie

 

Cuando vestimos ropa que no nos satisface, nos sentimos disfrazados. No queremos vernos así, envueltos en un atuendo que no nos corresponde. En esos casos, la ropa distorsiona nuestra imagen, adulterando nuestra identificación, malinterpretándonos. Solo soportamos que eso ocurra cuando intencionadamente queremos transformarnos en lo que no somos. La mascarada es un ejercicio de despiste que, cuanto más grotesco, más divertido resulta. Muchas personas ven irresistible ese travestismo, reencarnándose en un nuevo ser, pervirtiendo roles, códigos y géneros.

Cuanto más rígido sea nuestro modo de vestir diario, con más ganas nos arrojaremos a quebrarlo con un antagonista. Si en el trabajo nos obligan a llevar corbata, nos sentiremos atraídos por un inverso transgresor. A fin de relajar la tensión de esos convencionalismos, la sociedad tolera situaciones en las que está permitido saltarse las reglas. Halloween o Carnaval funcionan como válvulas de escape en ese sentido. El hombre heterosexual se transforma en mujer, el vivo en zombie, el chico tímido se vuelve valiente, mientras que el más pendenciero de la pandilla tiene licencia para vestirse de cura, de policía, o de Virgen de Lourdes.

Detrás de una máscara somos más atrevidos y audaces. Creemos que la imposibilidad de ser reconocidos nos desinhibe, pero su efecto es mucho más profundo que el simple anonimato. Cuando alguien se caracteriza de tigre, no es una simple persona jugando a rugir y a arañar, su disfraz lo convierte en un verdadero tigre.

 

Robert-Wun-2

Lookbook by Robert Wun

A grandes rasgos, las prendas que llevamos nos transforman en aquello que la ropa dice que somos. Por ese motivo adoptamos un estilo u otro, porque cada grupo social establece su propio código y siempre habrá uno en el que queramos integrarnos. No es necesario que nos gusten las consignas de una tribu, basta con desear pertenecer a ella. Al crear una nueva colección, un diseñador no solo piensa en patrones estéticos, también anticipa qué tipo de personas desea que se paseen por las calles. Proyecta los estereotipos de mujeres y hombres que quiere impulsar en la sociedad y que, preferiblemente, difieran de los de la temporada anterior.

No buscamos un cambio de imagen cuando compramos ropa, pero sí estamos predispuestos a admitir la variación que nos produce. Queremos una actualización que ya hemos elegido y asimilado. Ocurre lo mismo cuando dejamos de ponernos prendas que ya no nos gustan. Ese criterio es parte del estilo, al que se añaden los gestos y el modo de llevar las prendas o los complementos. Todo un conjunto de factores que tiene su propia narrativa y transmite información a los demás, como un abanderado de nuestra forma de ser.

Todo esto se desarrolla en un proceso mental complejo, más intuitivo que racional, y enormemente susceptible a las influencias externas. Buscamos la coherencia entre la forma y el contenido, entre lo que somos y lo que representamos. A eso llamamos, en definitiva, tener un estilo personal.

La próxima vez que te pruebes algo nuevo en la tienda y te mires en el espejo, no pienses si te queda bien o mal, sino en si estás preparado para admitir el efecto que produce en ti. Porque la rigidez con la que nos encasillamos o la pluralidad con la que nos exponemos no dependen solo de la consideración de los demás.

Planificar una campaña viral es algo complicado. Aunque hay estudios que han analizado los ingredientes esenciales que se repiten en todas ellas, no hay una fórmula infalible que garantice el éxito. Podemos diseñar una campaña viral perfecta que no llegue a ser viral en absoluto. El componente fortuito sigue siendo muy grande, porque depende de una chispa detonante que encienda una reacción en cadena.

La campaña del Desafío del Cubo de Agua Helada es el paradigma de la viralidad, pero no fue desarrollada por profesionales del marketing. El año pasado a Pete Frates, jugador de béisbol en la Universidad de Boston, le diagnosticaron ELA –una enfermedad degenerativa que no tiene cura-. Sus compañeros quisieron solidarizarse con él de un modo simbólico, arrojándose agua helada por encima –el efecto del agua helada en los músculos es una sensación parecida a uno de los síntomas de la enfermedad- y desafiando a qué más personas lo hicieran también. Este simple gesto desató una reacción en cadena inesperada.

 

Desde que comenzó el reto,
en apenas dos semanas
consiguió donaciones
cuyo valor superaban
los 32,7 millones de €.

 

Su receta era muy simple: una persona recibía el reto de arrojarse un cubo de agua y donar 10 dólares a la causa. Como prueba, debía grabarlo y colgarlo en internet en menos de 24 horas, aprovechando el vídeo para retar al siguiente eslabón de la cadena.

Este fenómeno viral se basa en un excelente ejemplo de motivación: por un lado, parte de una buena causa solidaria –recaudar fondos para investigación médica y dar visibilidad a una enfermedad casi desconocida- y por otro un buena jugada –el componente de desafío y la mecánica de la apuesta, que pica a los participantes, despertando su rivalidad-.

 

ice-bucket-challenge-viral-redes-sociales-2

 

Entrar en la rueda era fresco, divertido y te hacía quedar como una persona comprometida a ojos de todo el mundo. Sencillamente irresistible.

 

Famosos como Bill Gates,
Cristiano Ronaldo, Jennifer
Lopez, Beyoncé, Justin Bieber,
Lady Gaga, Leo Messi
y Steven Spielberg
participaron en el desafío.

 

Que celebridades de todo el mundo se sumaran a la iniciativa la extendió por todas partes, logrando un estímulo extra: que la gente deseara ser desafiada para participar. Bill Gates, Marck Zuckerberg, Cristiano Ronaldo, Leo Messi, Beyoncé, Justin Bieber, Lady Gaga, hasta Barack Obama –quien hizo un donativo extra sin llegar a mojarse-.
Personas que jamás habrían colaborado en algo así se incorporaron al juego, hasta el punto de casi olvidar la causa que lo provocó. La viralidad encendida escapa a todo control. Mucha gente se bañaba sin hacer donativos o rompiendo las reglas, pero a fin de cuentas, en las dos primeras semanas recaudaron 32’7 millones de Euros.

 

banner-newsletter-social-media-verboclip

¿Qué beneficios aporta el marketing de contenidos?

Es una práctica que ya se ha demostrado como una de las fórmulas más eficientes de comunicación comercial; sin embargo, aún hoy se cometen errores de principiante y solo 1/5 de las marcas lo hacen bien. Los contenidos de calidad multiplican por 3 los leads de la publicidad tradicional, a un coste 2/3 inferior. 3 de cada 4 profesionales lo encuentran más efectivo que los anuncios en revistas y 2 de cada 3 lo ve mejor que el email marketing o las estrategias de relaciones públicas. Pese a estas evidencias, el 60% de los contenidos pasa sin pena ni gloria por la red.

 

¿Qué es el contenido de calidad?

La enorme competencia en internet por llamar la atención no es la única causa de que estos posts pasen desapercibidos, la mediocridad también pasa factura. Resulta difícil de concretar su valor cualitativo, porque nos confundimos al estimar el rendimiento que generan. Existen contenidos basura que corren como la pólvora y viralizan estupendamente, del mismo modo que hay excelentes artículos que no lee nadie. Para no liarnos más, definiremos como contenidos de calidad aquellos que estrictamente tienen una elaboración óptima y encierran información de interés.

 

claves del marketing de contenidos redes sociales 2

 

¿Cuáles son los errores más frecuentes?

Las faltas de ortografía, los errores gramaticales y los signos de puntuación mal utilizados, junto a una presentación poco atractiva, demuestran un pésimo ejercicio del marketing de contenidos. Un reciente estudio de Moz & BuzzSumo sobre una muestra aleatoria de 100.000 artículos publicados por todo tipo de firmas comprobó que más de la mitad solo obtuvo un par de interacciones en Facebook y que ¾ carecían de enlaces externos.

Entre los casos analizados, faltaban estrategias de distribución: muchos posts son lanzados a su suerte, sin un plan de divulgación que los impulse. A la hora de crear nuevos contenidos, no se reutilizaban los antiguos, como si ya hubieran perdido todo su valor: el 93% de los nuevos artículos partían de cero, sin aprovechar información publicada previamente. Aunque los artículos largos obtienen más feedback y enlaces, el 85% de los textos no llegaban a las 1000 palabras.

La firma de software Acrolinx creó su propio motor de análisis lingüístico y realizó una encuesta de calidad sobre 170 webs diferentes. El sistema no solo observaba la ausencia de errores en los textos, también su claridad de comprensión, su estilo, su complejidad estructural o su profundidad léxica. El 54% de las web eran falibles (alternaban contenidos de calidad con otros que no lo eran) y solo el 19% de las web eran plenamente óptimas. Curiosamente, muchas de las webs con baja calificación pertenecían a marcas de gran prestigio.

 

claves del marketing de contenidos redes sociales 1

 

Las 10 propiedades del contenido de calidad

A la hora de crear contenidos de calidad, hay que tener presente punto por punto este decálogo de características fundamentales:

  1. Es natural y espontáneo. Evita tecnicismos innecesarios, expresiones pedantes y un estilo afectado, promocional o corporativo.
  2. Es original. Aunque parta de referencias ya existentes, resulta novedoso en el enfoque que plantea.
  3. Retiene la atención, cautiva. Puede ser ameno, incluso divertido.
  4. Cuenta una historia. Su estructura narrativa presenta, desarrolla y demuestra una idea concreta.
  5. Está bien redactado y presentado con profesionalidad. No contiene errores ortográficos, gramaticales o de estilo que chirríen en la lectura.
  6. Es relevante. Evita los contenidos banales.
  7. Es trascendente. Trata el tema con profundidad y conocimiento. Aportando puntos de vista que nadie había tratado antes.
  8. Es oportuno. Evita los tópicos y los planteamientos redundantes que crean ruido y carecen de valor.
  9. Conecta con una red de conocimiento. Usa fuentes fiables y enlaza a las referencias que menciona.
  10. Es útil. Soluciona problemas y responde cuestiones concretas. Es compartido, porque sirve de referencia para otras personas interesadas en el tema.

 

Conclusión

Siguiendo estas pautas, lograrás crear valor añadido a tu marca. Publicar contenidos de calidad regularmente mejorará la visibilidad de tu empresa, facilitará encontrarla en los buscadores y hará que se diferencie de la competencia con más claridad. Piensa en que, al pronunciarse en opiniones y conocimientos, las marcas también transmiten una filosofía. Puedes lograr que tu empresa sea una autoridad en un área de conocimiento determinada. Esto proyecta capacidad y seriedad, un tono profesional muy adecuado para que tus mensajes corporativos sean tenidos en cuenta cuando comuniques novedades. Además, si tus actualizaciones son bien atendidas, mejorarás la fidelidad de tu audiencia y atraerás a nuevos seguidores y potenciales clientes.

 

Hay un debate abierto sobre el precio a pagar por mantener nuestro cerebro constantemente conectado en un mundo digital. Hemos perdido memoria y poder de concentración, pero hemos ganado agilidad mental ¿Somos más versátiles ahora o estamos perdiendo facultades? ¿Los humanos del futuro serán más tontos o serán más listos?

Cuando una nueva tecnología penetra a gran escala en la sociedad, acaba transformándola. Internet es la que más intensamente lo hace. No solo modifica la conducta de las personas, también altera los procesos cognitivos y crea nuevos mecanismos mentales.

La experiencia que vivió la televisión es un buen ejemplo de esto. Nada más llegar a los primeros hogares, se pensó en sus posibilidades pedagógicas. Incluso se llegó a creer que podría sustituir a las escuelas. Sin embargo, desde el principio, los programas educativos fueron minoritarios frente a otros contenidos más insustanciales. Así se ganó el apodo de “caja tonta”. En sí misma, la televisión no hace a los niños ni más inteligentes ni más idiotas. Su poder transformador no depende de qué es, sino de cómo se utiliza.

como-afecta-internet-a-nuestra-mente-reflexion-verboclip-2

La interactividad era el talón de Aquiles de internet. En los 90 se pensaba que si cualquiera podía publicar su opinión en foros y blogs, la red se llenaría de estupideces y se obstaculizaría el acceso a la información fidedigna. Pero esa pluralidad de voces solo es una barrera para quien no sabe buscar.

El problema no parecía estar en perder el tiempo persiguiendo un dato concreto, sino en hacer muchas cosas a la vez. En su libro «¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Superficiales», Nicholas Carr alertaba de cómo las multitareas digitales estaban reduciendo nuestra capacidad de concentración. Si educamos nuestra mente favoreciendo lo inmediato, perdemos profundidad en el conocimiento. Podemos apreciar muchos más detalles por segundo, pero no significarán nada después.

 

como-afecta-internet-a-nuestra-mente-reflexion-verboclip-3

 

Actualmente, la visión de Carr de tontos distraídos tiene sus opositores, para los cuales internet favorece las conexiones entre personas, permitiendo que en la divulgación de opiniones se construyan superestructuras de pensamiento. Clive Thompson, en su libro «Más listo de lo que piensas: cómo la tecnología está cambiando nuestras mentes para mejor», ve el asunto con más optimismo: conceptualmente, internet es una herramienta colaborativa que permite profundizar en cualquier asunto hasta el infinito.

Kevin Drum sospecha en un efecto intermedio: que internet hace más listos a los listos y más tontos a los tontos. Tener éxito en la caza de la información requiere un entrenamiento y una inteligencia previa, que ayude a discriminar entre lo posiblemente cierto y lo posiblemente falso. Sin ella, internet es un laberinto donde rendirse al engaño.

Es pronto para sacar conclusiones definitivas, pero algo es inequívocamente cierto: internet está transformando la manera en que procesamos la información. Nuestra mente es plástica y se adapta a las nuevas necesidades, desarrollando nuevas habilidades y perdiendo otras rápidamente. No solo somos diferentes a nuestros padres, ya somos diferentes a nuestros hermanos, con cerebros que tienen a comportarse como terminales neuronales que trabajan en red.

¿Recuerdas cuándo oíste hablar de Google la primera vez? En realidad, no hace tanto. Como otros gigantes tecnológicos tan asentados en nuestras vidas, apareció en escena muy recientemente. El próximo 27 de septiembre cumplirá 17 años. Mucho o poco, según se mire, su trayectoria ha sido vertiginosa. Hasta tal punto, que su evolución natural lo ha llevado a necesitar un nuevo nombre.

 

google-now-is-alphabet-company-2

 

Sus padres (Larry Page y Sergey Brin) no quisieron limitarse a un único modelo de negocio, pensando siempre en nuevas aplicaciones para cada innovación que firmaban. La curiosidad de Google ha mostrado interés por campos tan variados como el transporte o la medicina, proyectando siempre una mentalidad de progreso hacia un mundo mejor.

Los beneficios del buscador suman miles de millones de dólares. Hace un año cumplió su 10º aniversario en NASDAQ, con un valor 14 veces superior a su salida a bolsa. Es la base financiera de un sistema de incubadoras para proyectos secundarios, que no necesitan mostrarse rentables a corto plazo. Este vivero de conceptos nutre de ideas frescas y patentes la caja fuerte de la multinacional, asegurándole un puesto destacado en I+D.

 

Sería ingenuo imaginar Alphabet
como una corporación
bienintencionada y filantrópica.

 

Hasta hoy, Google ha mostrado dos líneas de acción: el negocio básico (Chrome, Android, YouTube, etc.) y el laboratorio de ideas que engloba todo lo demás. Para favorecer la independencia de cada rama, sus directivos han decidido reservar el nombre de Google para el primer grupo y desligarlo de los demás proyectos. Desde ahora será un apéndice del nuevo gigante, Alphabet, pensado para denominar un conglomerado empresarial de iniciativas tecnológicas.

 

google-now-is-alphabet-company-5

 

El horizonte al que mira Alphabet

Pasar del desarrollo de software a hacer hardware ha sido su principal salto cualitativo. Las Google Glass son el producto más conocido de esta nueva generación, pero es solo el principio. Cada día se le descubren nuevas posibilidades -por ejemplo, la asistencia a los cirujanos en quirófano- y, a la vez, nuevos inconvenientes para su comercialización definitiva.

 

Coches que se conducen solos, drones e internel global

Los visionarios del laboratorio Google X ya ha desarrollado con éxito un coche que no necesita conductor. Como cualquier invento revolucionario, Google Car tiene una larga carrera de obstáculos que superar hasta hacerse habitual en las calles. Su aspecto cartoon y su discreta velocidad (un máximo de 40 kms. a la hora) solo son trabas iniciales. Hubo que adaptarle pedales y volante para uso manual de emergencia y el FBI sospecha de él por ser susceptible de caer en uso criminal.

 

Google comparte
con Facebook su interés
por que internet sea
gratuito y universal.

 

Otra de sus controvertidas líneas de exploración es el proyecto Wing, un sistema de drones que transformará para siempre los servicios de entrega a domicilio. La navegación automática se apoya en la experiencia de Google en geolocalización. Por supuesto, estos vehículos aéreos autónomos tienen también montones de aplicaciones ilícitas, tantas como dificultades para lograr su permiso de explotación.

Google comparte con Facebook su interés por que el acceso a internet sea gratuito y universal –sus modelos de negocio dependen de que todo el mundo esté siempre conectado-. Reducir las áreas en la Tierra donde falta cobertura es otro de sus campos de trabajo. El proyecto Loon pretende usar una red de globos aerostáticos a 32 kms. de altura para dar señal WIFI a todo el planeta.

 

 

Salud de hierro

La rama médica se denomina Google Life Sciences y su proyecto estrella es el Baseline Study, un profundo aprendizaje de la naturaleza de las enfermedades. En su fase inicial, Baseline estudió a 175 personas en busca de los marcadores que delatan las dolencias, aun antes de manifestarse, y su interconexión en patrones nunca antes interpretados. Su objetivo es procesar esa infinidad de datos para establecer modelos predictivos y nuevos sistemas de diagnóstico.

Vigilar en todo momento las constantes vitales ya es posible gracias al monitor médico de pulsera. Lo suficientemente fiable para su uso en hospitales, así como las lentes de contacto inteligentes que miden los niveles de glucosa de los diabéticos y avisan si algo va mal.

 

google-now-is-alphabet-company-6

 

A la realidad desde la ciencia ficción

El desarrollo i+D es muy sensible al espionaje industrial. Es fácil de entender que cualquier empresa investigue con discreción. Sin embargo, cuando el secretismo afecta a avances tan espectaculares como estos, se presta a rumores de todo tipo. Desde terapias contra el envejecimiento hasta inteligencia artificial, humanoides, nanotecnología, nuevas fuentes de energía y hasta un ascensor espacial… cuesta imaginar serenamente qué estarán cocinando los visionarios de Google X.

Pero, en lugar de soñar entusiasmados cara al futuro, miramos con recelo todas estas promesas. Sería ingenuo imaginar Alphabet como una corporación bienintencionada y filantrópica, como vimos al incipiente Google en su día -cuando a Gmail se llegaba por la invitación de un amigo-, tan de buen rollo, con su manera fresca y atractiva de entender las cosas.

 

Necesitamos una relación
más inteligente con el entorno
y la sociedad.

 

El concepto del progreso optimista hace mucho que pasó de moda. Los grandes lobbys industriales determinan qué tecnologías se implantan y cuáles se silencian y, centrados en sus políticas especulativas de rendimiento inmediato, parecen arrastrar a la humanidad hacia el desastre. Necesitamos urgentemente otra manera de afrontar las cosas para reconducir la situación. No solo máquinas con nuevas prestaciones para que deseemos comprarlas impulsivamente, sino una nueva óptica para mirar al futuro. La esperanza en una relación más inteligente con el entorno y los recursos naturales, menos enfocada en el dinero y más sensible con el resto de la sociedad.

 

banner-newsletter-social-media-verboclip

Las redes sociales conviven en un espacio muy competitivo: las conversaciones entre personas. Pese a ofrecer prestaciones diferenciadas, optan a públicos muy similares; por eso rivalizan unas con otras en un mismo territorio, sin dejar oxígeno para muchas más. Entonces, ¿no es una idea disparatada lanzar una nueva precisamente ahora? Los creadores de Ello, la red social cool y ad-free que analizamos en este post, demuestran que no.

 

 

Aunque tengamos perfiles en varias plataformas, no podemos ofrecer la misma dedicación a todas ellas. Empleamos nuestro tiempo en las favoritas y nos olvidamos del resto. Para no perder su atractivo, una red social debe tener actividad e interacción de las personas. Si nos aburrimos hablando solos, la abandonaremos sin pestañear. Un buen ejemplo es la malograda Google+.

 

El negocio social media

Mantener el servicio de estas plataformas es muy caro. Hasta que se encontró la fórmula para monetizarlas, no había modo de rentabilizar esa inversión. Se intuía el inmenso valor de sus activos si cotizasen en bolsa, pero no se veía claro cómo sacarles partido sin deteriorar la experiencia de los usuarios. Primero se pensó en convertirlas en servicios de pago, pero esto habría ahuyentado a todo el mundo. ¿Cómo explotar esas bases de datos sin generar una estampida? El declive de Twitter es una buena lección para todas las plataformas a las que se les fue de las manos su modelo estratégico.

 

Monetizar los datos
de los usuarios
obliga a una
expansión sin freno.

 

Las redes sociales han convertido a sus feligreses en un producto mercantil. Facebook, junto a su filial Instagram, es la red social que mejor ha sabido hacerlo -de hecho, muchos usuarios todavía no se han dado cuenta-. El éxito de su estrategia se basa en su posición hegemónica. Solo la red social dominante puede vender el lote de la globalidad. Es frecuente escuchar quejas sobre Facebook desde dentro, sin embargo, permanecemos en ella a pesar de todo. Mientras nuestros amigos sigan activos ahí, no habrá un lugar alternativo. Al final, una sola red social acaba por acapararlo todo extensivamente y se convierte en el escenario inevitable donde estar y actuar, excluyendo al resto como plazas secundarias.

 

ello-the-new-social-media-platform-review-1

 

El origen de Ello

Ello germinó en repulsa a la comercialización de las personas como unidades de consumo entregadas a los anunciantes. En origen, era una red privada que inventaron un puñado de artistas y programadores de Denver para uso personal. Sus fundadores la idearon como un revulsivo contra el uso comercial de los datos de los usuarios y el declive de las redes sociales convencionales, que habían dejado de ser divertidas, sepultadas por anuncios y la presencia de las marcas.

Abrirla al resto del mundo fue posible gracias a nuevos inversores, que inyectaron más de 10 millones de dólares entre 2014 y 2015, y a que sus creadores se dieron cuenta de que podía cumplir una misión social. Su carácter romántico queda perfectamente reflejado en su manifiesto, toda una declaración de intenciones contra la especulación basada en datos personales y pautas de consumo.

 

¿Por qué es especial?

Desde el primer momento, salta a la vista que Ello no es una red social convencional. Ha sido definida por sus creadores como simple, bonita y libre de anuncios. Su sensibilidad estética y su filosofía activista marcan una enorme diferencia respecto al resto. Viene influenciada por una concepción artística de la comunicación, donde los posts parecen cuadros colgados en las paredes de una galería de arte.

Admite fotografías de formatos gigantescos y aunque ya tiene su app móvil, Ello está diseñada para la gran pantalla. Su interfaz es de una plasticidad experimental, donde la intuición importa menos que la curiosidad por manejarse. Es tan sintético y minimalista que obliga a probarlo todo para descubrir cómo funciona. Ello sigue en beta desde que abrió sus puertas y no ha dejado de incorporar nuevas prestaciones.

 

Ello apela al sentido común
y la responsabilidad
de cada usuario,
sin tutelas paternalistas.

 

El aspecto de la plataforma ya determina cómo utilizarla. Los usuarios advierten enseguida qué cosas están contraindicadas, sin que haya una batería de restricciones. Ello es un santuario para los creativos, como Vimeo respecto a YouTube, donde las normas de validación para todos los públicos resultan innecesarias.

Si cuelgas una foto de pezones al aire, nadie te la censurará. Tampoco te pondrá pegas si no usas tu nombre verdadero –cláusula que introdujo Facebook en su nueva normativa-. Su permisividad alcanza los contenidos porno. No se trata de simple libertinaje, sino de algo mucho más profundo. Ello apela al sentido común y la responsabilidad de cada usuario, sin tutelas paternalistas.

A grosso modo, Ello es una plataforma cuidadísima que hay que explorar y experimentar. Su simplicidad de lenguaje recuerda a los primeros tiempos de las redes sociales, a la ingenuidad y la confianza primigenia que permitía conectarnos con amigos y con desconocidos interesantes, antes de que se popularizaran y se desvirtuasen. Como comunidad, es un anacronismo. Da la impresión que Ello desee ser la alternativa a todas las cosas feas que han traído las redes sociales, pero llega demasiado tarde para corregir nada.

 

ello-the-new-social-media-platform-review

 

La renuncia a la publicidad

En la plataforma no hay anuncios, ni se comercializan los datos de los usuarios. La diferencia entre una red social libre y una red social vendida reside en su política comercial. Ello se acoge a una nueva modalidad empresarial de EEUU, una Public Benefit Corporation, una empresa con fines de lucro que se destina a la sociedad en su conjunto y no se focaliza únicamente en dar dividendos a sus inversores.

A Ello se le puede reprochar que le falta gancho. Es hermosa, pero no es adictiva. En ese sentido, carece del magnetismo de Pinterest y su pulsión por coleccionar imágenes sin fin. Esto puede verse como una desventaja, salvo que no haya necesidad de competir con las demás plataformas. Monetizar los datos de los usuarios obliga a las demás redes sociales a una expansión sin freno. Esa ambición obliga a gustar a todo el mundo, a ser indeterminadas, inofensivas y redondear su personalidad para facilitar una aceptación universal. Ello no ha sido diseñada para eso. No parece dispuesta a desvirtuarse a favor de la popularidad global.

 

Abierto a colaboraciones con los usuarios

Ello proyecta la ilusión de pertenecer a un club, un santuario que abre los brazos a los descontentos con las demás plataformas. Esto se traduce en la presunción de haber diseñado al fin la red social perfecta, algo del todo incierto. Ello escucha las aportaciones de sus usuarios, ofreciendo un sistema de diálogo y participación. Estar abierto a sus opiniones es la mejor manera de acertar en las mejoras que se desarrollen en el futuro, así como la vía más inmediata de enriquecerse con ideas nuevas y añadir el valor de las colaboraciones desinteresadas.

 

Ello no compite
por un mercado,
sino por una
experiencia colectiva.

 

De Ello, hay que destacar el directorio de comunidades, páginas con contenido específico (arquitectura, diseño, literatura, deporte, coches, etc.) que cualquiera puede proponer a la dirección de la plataforma. Los coordinadores supervisan su viabilidad y dan luz verde. Las comunidades son categorías temáticas cuya gestión es delegada en los propios usuarios. Tienen un moderador a su cargo, con un perfil especial, desde el que administra el contenido. Nosotros tenemos el honor de experimentar esa faceta fascinante: mi compañero Gonzalo Cervelló es el responsable de la comunidad @ellowebdesign.

 

ello-the-new-social-media-platform-review-2

 

¿Me la recomiendas?

Antes de sugerirte que abras cuenta en Ello hay que preguntarse cuál es tu relación actual con otras redes sociales. Muchas personas lo harán por curiosidad, o por deseo de estar a la última y probarlo todo, pero posiblemente no logre engancharlas a la primera y desistan pronto.

En ese inmenso museo blanco donde colgar tus colecciones personales, no es raro que, desde el primer momento, personas desconocidas se interesen por lo que haces. Los usuarios son sociables y hospitalarios, manteniendo una buena predisposición generalizada. Por ahora, es un paraíso amable exento de vulgaridad. Además, Ello también es una buena fuente de documentación creativa, donde abundan las recomendaciones de trabajos fascinantes. El intercambio de información aporta utilidad a tener presencia allí.

Ello no compite por un mercado, sino por una experiencia colectiva. Da la impresión que siempre será minoritaria. Hay un grueso estrato social que jamás se interesará por ella. Eso, lejos de desmerecer su valor, mantendrá su integridad a salvo durante más tiempo. Cuando estés harto de las redes sociales, este puede ser tu remanso de paz, tu refugio zen donde desintoxicarse de las conversaciones banales, la gente que grita y el ruido de la desinformación.

Si te animas a estar en Ello, puedes seguirnos en @emilioferrer y @gcervello.