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Si utilizas Google Analytics para examinar el rendimiento de tu página, te habrás acostumbrado a que los datos sean bastante estables a lo largo del tiempo. Las tendencias se mantienen con pocas alteraciones, mientras que los cambios sustanciales resultan algo excepcional. En verdad, las analíticas tienen pocos momentos apasionantes.

Por eso, las alteraciones más acusadas parecen anomalías alarmantes, como síntomas de algo negativo que hay que estudiar y diagnosticar. El buen analista, cuando descubre un signo fuera de lugar, busca inmediatamente la causa que lo provoca. Este celo por vigilar los resultados de nuestras páginas tan estrechamente ha alimentado una nueva forma de spam: el referer spam.

Posiblemente ya hayas observado, sin previo aviso, visitas masivas en tu sitio desde Rusia o China. ¿Qué súbito interés ha despertado tu página en esos países? ¿A qué se debe este tráfico y a quién beneficia?

 

¿Cómo funciona?

Cada sitio de la red tiene su propio identificador para Google Analytics. Este código registra el volumen de visitas que recibe esa página concreta. El software spammer genera aleatoriamente códigos para engañar a Google, que los interpreta como visitas reales, sin serlo. El objetivo de estas visitas fantasma es alarmar al administrador del sitio, para que vea la anomalía y se interese por ella.

Aunque la huella que dejan en los datos se parece al rastreo que hacen los robots de los buscadores, son actividades sin nada en común. Aquellos olfatean los sitios, persiguiendo nuevas referencias para ofrecer en los resultados de búsqueda, mientras estos lanzan señuelos a Google para simular visitas fantasma.

 
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¿Por qué lo hacen?

Se denomina spam por su volumen masivo. Para obtener una mínima rentabilidad, hace falta repetir millones de veces la misma práctica. La probabilidad de que todo este esfuerzo produzca una conversión es ínfima. Para que eso se dé hay que consumar con éxito una cadena de pasos:

Los sitios atacados deben estar monitorizados con Google Analytics, sus administradores deben darse cuenta del inusual aumento de visitas, pensar que son reales y desear identificar su origen –normalmente una página de venta online-. Después de esta fase, el administrador debe a su vez visitar el sitio de donde procedía todo el tráfico fantasma y, al comprobar que se trata de una plataforma de venta online, considerar que le resulta oportuno permanecer un rato viendo lo que ofrecen y acabar comprando algo.

 

¿Qué daño produce?

Las analíticas solo tienen valor si son objetivamente ciertas. Si nuestros indicadores dan cifras erróneas, nos inducen a engaño y distorsionan la evaluación de nuestro estado real. Saber identificar el error para aislarlo cuesta tanto trabajo como cortarlo de raíz para que no vuelva a repetirse. Sin embargo, visto desde otra perspectiva, este tráfico extra mejora nuestro posicionamiento en los buscadores.

 

¿Cómo evitarlo?

Hay que tener en cuenta que este spam no ataca a nuestro sitio, sino que inyecta visitas falsas en Google Analytics. Cambiar la configuración de nuestro servidor no servirá de nada. Hay que actuar sobre los dominios de origen, para que dejen de aparecer en nuestras tablas de datos, llevándolos a la lista de exclusión de referencia de Google Analytics o estableciendo filtros de acceso.

Constantemente aparecen nuevas direcciones que lanzan visitas fantasma, de modo que hay que actualizar la lista de exclusión periódicamente.

 

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